Latinoamérica: entre el 10 y el 18% de las mujeres que tienen empleo trabajan como servicio doméstico
Millones de mujeres transcurren sus días en trabajos que en pleno siglo XXI casi no tienen derechos laborales, en donde están aisladas, y que son "puertas adentro" invisibles para la sociedad. Son las trabajadoras domésticas.
Millones de mujeres transcurren sus días en trabajos que en pleno siglo XXI casi no tienen derechos laborales, en donde están aisladas, y que son "puertas adentro" invisibles para la sociedad. Son las trabajadoras domésticas.
Una prestigiosa ONG Wiego describe que: "trabajan largas jornadas por una paga mísera, no tienen prestaciones laborales como seguro médico, pensión para el retiro o maternidad... las leyes de protección son frecuentemente ignoradas por los patrones y no ejercidas por las autoridades... aquellas que viven en la casa de sus patrones dependen de su buena o mala voluntad".
En América Latina y el Caribe entre el 10 y el 18% de las mujeres que tienen un empleo trabajan en servicio doméstico. Son el 18.3% de la mano de obra femenina ocupada no agrícola en Brasil, 17.9% en Argentina, 20.1% en el Paraguay, 14.3% en Chile, 11.2% en Colombia. Muchas son migrantes. La miseria, las lleva a irse de países más pobres como Bolivia y Paraguay a otros más prósperos como Argentina y Chile. Las mujeres que migran de México y otras partes de América Latina son la mayor parte del servicio doméstico de EEUU. Inmigrantes, pobres, discriminadas, es uno de los pocos trabajos en que pueden tener inserción. Son "trabajos de mujer" no atractivos para hombres, y no requieren títulos.
La OIT ha observado además que más niñas menores de 16 años trabajan en esta área más que en cualquier otra categoría de trabajo infantil. Se estima que 175.000 niños menores de 18 años son empleados domésticos en América Central. El problema es generalizado. Un reciente editorial del New York Times analiza el caso de las 200.000 trabajadoras domésticas de la ciudad. Considera que son vitales para ella, y enfatiza que "es una cruel injusticia que mientras las nannies y cuidadoras hacen posible que las parejas de profesionales puedan balancear su trabajo y su familia, ellas no tiene normalmente tiempo para estar con sus propias familias cuando afloran enfermedades o accidentes".
Hay salidas.
Uruguay ha sido reconocido mundialmente por la legislación de avanzada que viene dictando igualando los derechos de las trabajadoras domésticas a los de los trabajadores formales. El 50% ya se halla plenamente registrada frente a un 15% promedio en América Latina. La ley reconoce el salario mínimo, el descanso semanal, la maternidad, las vacaciones, la protección por despidos, y el país es uno de los primeros que está pagando seguro de paro a empleadas domésticas. En Argentina se ha promovido su registro mediante desgravaciones fiscales para sus empleadores, y ha aumentado notablemente las formalizadas lo que les da acceso al seguro público de salud y al seguro previsional.
En Brasil resumiendo los grandes temas de discriminación, y violación de derechos humanos que están en juego, el Gobierno, la Federación de Trabajadoras Domésticas, OIT, y Unifem, lanzaron la campaña "Respeto y dignidad para las trabajadoras domesticas: una profesión como cualquier otra". Es hora de restituir derechos en todo el continente en este tema que dice mucho sobre la calidad moral de una sociedad.
Fuente: http://www.eluniversal.com
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