“A pesar de que la producción de cemento no recupera y sigue siendo
negativa respecto del año anterior, la construcción estaría mostrando
las primeras señales de una regularización en su nivel de actividad”,
estima la consultora ACM.
Horacio Ortega, vocero del grupo
Construya –que reúne a 12 empresas de primera línea fabricantes de
insumos para el sector– indica que “en cuanto a las ventas, estamos en
una posición similar a la del año pasado, con una caída muy leve, del
1%”. Sin embargo, los datos podrían empeorar hacia fin de año, “porque
los últimos meses de 2011 fueron muy buenos”. Con las operaciones de
compraventa frenadas por las trabas cambiarias, el sector sobrevive
merced a las obras de reformas y reparaciones. “La gente ve estas
inversiones como un refugio de valor”. Para 2013, Ortega prevé que la
actividad de la construcción crecerá, especialmente en el interior.
“También debemos que tener en cuenta que va a ser un año electoral”,
por lo que se espera que se registre una mejora de la inversión pública.
Lo
que aún no se recupera son las ventas inmobiliarias. Las operaciones en
la ciudad de Buenos Aires cayeron 27% en julio y acumulan seis meses
consecutivos con una baja de dos dígitos. En este escenario, las
constructoras buscan diseñar estrategias para convencer a un público
esquivo pero aun no le encuentran al vuelta al cepo cambiario. “Tenemos
que hacer un trabajo artesanal”, le dijo a iEco Manuel Estruga, director
general del grupo Soldati. El ejecutivo cuenta que este año se vienen
encontrando con tres grupos de inversores definidos. En el primer caso,
se trata de compradores que aún con estas restricciones, siguen
confiando en los ladrillos como una inversión segura. Por eso, eligen
entrar a la obra desde el pozo, en proyectos en los que las
desarrolladoras afinan el lápiz y que implican resignar un margen de
ganancia, tanto para el inversor como para la constructora. Pero también
hay otro tercio de inversores que en este contexto consideran que lo
mejor es esperar a ver qué pasa y que son remisos a correr riesgos. Un
último tercio está dispuesto a asumir otra función en la operación y
pasar de ser un inversor a convertirse en socio de los desarrolladores.
Entonces entran en un esquema en el que se comparten pérdidas y
ganancias, con la expectativa de que de aquí a dos años –el tiempo
promedio de duración de una obra mediana– el mercado se reacomode y
puedan salir ganando. Estruga indica que, a lo largo de este año, los
márgenes de ganancia se achicaron y los precios de las propiedades en
dólares billete bajaron hasta 15% en algunos casos.
Fuente: www.ieco.clarin.com
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