En 2008, hubo tres mamitas de 9 años y en 2009, una de 10. En el hospital Dr. José Penna, los partos de menores de 19 promedian el 24 por ciento, aunque en lo que va de 2010 se avizora un crecimiento. En los hospitales privados, oscilan entre el 5 y el 8 por ciento.
--En mi barrio, de diez chicas, seis o siete están embarazadas o ya son madres-- dice Naty, mientras ofrece sus pechos plenos a Lucía, su bebita, que hace 10 meses nació en el Penna.
Naty vive en Villa Duprat, tiene 17 años, dejó el polimodal en noveno año y ahora todo el tiempo es para su hija, la que recibe asistencia médica en la unidad sanitaria municipal. A su edad, ser madre ya no es una sorpresa. Este año, ya hubo 54 mamás de 17, 27 de 16, 9 de 15, una de 14 y otra de 13.
El embarazo adolescente sucede cada vez más temprano, tanto que, en nuestra ciudad, se registraron tres madres de 9 años, en 2008, y una de 10, en 2009. Ese tipo de caso, por lo general, se atribuye a los abusos que las niñas sufren en ámbitos familiares.
Entre 2008 y la actualidad, hubo 120 partos de madres de 16 años, 59 de 15 y 16 de 14.
Los partos de adolescentes, del 1 de enero al 31 de julio último, sumaron 221, según los datos del Penna, el único hospital provincial de la ciudad y la región con servicio de neonatología pública.
Los partos de adolescentes, del 1 de enero al 31 de julio último, sumaron 221, según los datos del Penna, el único hospital provincial de la ciudad y la región con servicio de neonatología pública.
La cifra representa el 20,77 por ciento de los 1.064 alumbramientos registrados en ese lapso y, teniendo en cuenta lo que resta para concluir el año, se perfila un crecimiento respecto de los totales generales de 2009 (413 de 1.732, 23,85%) y de 2008 (398 de 1.715, 23,21%).
Sobre 2.466 partos, entre el 1 de septiembre de 2006 y el 31 de agosto de 2007, 643 (26,07%) fueron de menores de 19 años; 78 (12,15%) tenían entre 13 y 15 años, mientras que 565 (87,85%), de 16 a 19.
De 1988 a 1990, el porcentaje de madres adolescentes osciló entre el 14,82 y el 16,16 por ciento, mientras que de 1995 a 1999 fue del 23 al 25 por ciento. En otros contextos sociales, de acuerdo con datos del centro de salud de la Asociación Emp
leados de Comercio, varía entre el 7-8% sobre unos 700 partos, mientras que en el Español ronda el 5%, al igual que en el Privado del Sur; en este último hospital, sobre unos 1.600 partos al año.
Tan frecuente como aceptado en los sectores de menores recursos, el embarazo adolescente todavía se sigue escondiendo en los más altos niveles sociales, donde hasta se recurre al aborto.
Vulnerables.Los adolescentes son fértiles casi cuatro o cinco años antes de ser emocionalmente maduros y están cada vez más asediados por una cultura del consumo que les impone manifiestos u ocultos mensajes que los empujan hacia las relaciones sexuales.
Vulnerables.Los adolescentes son fértiles casi cuatro o cinco años antes de ser emocionalmente maduros y están cada vez más asediados por una cultura del consumo que les impone manifiestos u ocultos mensajes que los empujan hacia las relaciones sexuales.
Los porcentajes de embarazo no han declinado, sobre todo en el Penna, pese al fortalecimiento de la asistencia estatal.
"Nos falta llegar a los excluidos, porque un hermoso centro de salud en el medio de una villa no garantiza que toda la gente vaya", afirma Sandra Bonavento, referente para la Región Sanitaria I del plan Nacer y de los programas Materno Infantil, Salud Sexual Reproductiva y Procreación Responsable.
Los insumos, como preservativos o anticonceptivos combinados orales (222.336 y 113.640, respectivamente, llegaron este año a la ciudad), están disponibles para todos, según esta pediatra de 48 años, madre de cuatro hijos, quien se desempeña en diversos ámbitos del ministerio de Salud bonaerense desde 1988 y que lo hace en Bahía desde 2003.
"Los programas, que directamente dependen del ministro, funcionan, brindan información e insumos, pero la cantidad de embarazos no baja", sostiene, aunque admite que no siempre captan a los sectores más vulnerables, por eso es que la tarea integra a los operadores comunitarios, quienes por estos días trabajan en Villa Caracol y el Bajo Rondeau, dentro del programa Salud en Movimiento.
A todo lo que ofrece cada plan se accede en las 55 unidades sanitarias municipales, en los centros de integración comunitaria, como el de Spurr, o en las sociedades de fomento. Por eso Bonavento sostiene que la ayuda y la información llegan a la mayor parte de la gente, que, además, las tiene en radios que no superan las 15 cuadras.
"El problema se agrava con los que están fuera del sistema y por eso es que vamos a buscarlos", confirma Guillermo Risso, uno de los operadores, de 24 años.
Juan Moreno, de 23, explica que muchos marginados no se acercan porque creen que no tendrán ayuda, porque temen a la sociedad y porque, al comprobarse la precariedad en la que vive el grupo familiar, piensan que les sacarán a sus hijos.
Para Mariela Leverone, también miembro del programa, la clave está en descentralizar la labor, para acortar distancias con los más vulnerables.
"Al tema, que dejó de estar oculto o de ser un tabú, se lo trata en la escuela con materias afines, pero la cuestión es cómo llegar a los marginados. De allí el valor de los nexos", dice Leverone.
Extremos.
Extremos.
Dentro de la multicausalidad del embarazo adolescente, la doctora Bonavento agrega "un llamativo analfabetismo", al que también señala como el factor de riesgo por excelencia de la mortalidad infantil.
"Hay madres en Villa Caracol o el Bajo Rondeau que, como ni siquiera conocen los números o las letras, no pueden seguir los planes anticonceptivos. En un par de meses, tendremos datos más precisos, porque estamos haciendo relevamientos, aunque muchas mujeres no hablan de su ignorancia por vergüenza".
Al extender su enfoque al otro extremo de la sociedad, Bonavento dice que, cuando se estudia y se fijan metas, tales como terminar una carrera o afirmarse en una profesión, la maternidad llega después de los 30-35 años y que lo puede corroborar en su propio círculo.
"En los sectores sociales más olvidados, cuando se deja de contar con la protección que significa ser una niña para comenzar la adolescencia, se entra en un mundo sin muchos proyectos, se deja la escuela, no hay posibilidades de encontrar un empleo y el hecho de ser madre permite cierta contención social y, además, adquirir un bien propio: el hijo".
También alude a chicas de 20 o 25 años que ya tienen siete hijos, o sea que el embarazo no fue un hecho aislado en sus vidas, aun sabiendo que, al cumplir 18 años, pueden acceder, por decisión propia, a la ligadura de trompas en un hospital público.
"No me animo a decir que haya mujeres que se embaracen para recibir la asignación familiar por hijo, pero conozco casos de quienes dejan de trabajar o que lo hacen en negro para no perder planes sociales que se les bloquean en forma automática, cuando entran en el mercado laboral formal".
"Locuras" juveniles.
"Locuras" juveniles.
Durante la adolescencia, pueden afirmarse conductas de riesgo que comprometen la salud y el desarrollo (por caso, el consumo de tabaco, alcohol, drogas y las relaciones sexuales sin protección), lo que, sumado a las situaciones de violencia sexual, resulta en embarazos no deseados, abortos y, también, infecciones de transmisión sexual y sida.
El embarazo, en esa etapa de la vida, expone a la adolescente al maltrato, abandono, prostitución, pérdida del trabajo y de educación.
Cuanto menor es el nivel de escolaridad, es más temprana la constitución de parejas. Son muy pocas las embarazadas que continúan sus estudios, con lo que se les acentúa la dificultad para conseguir trabajo y mejorar su estándar de vida.
Al repasar datos recientes de una encuesta en colegios del partido de Villarino, Bonavento se asombra ante la baja tasa de uso de preservativos, que están "a granel y gratuitamente al alcance de todos", porque los chicos no miden el peligro de las enfermedades de transmisión sexual.
Conformar un proyecto de vida y comprender conscientemente el valor de ser dentro del sistema resultan fundamentales. De lo contrario, la educación se puede recibir, pero, si no se asimila, se cae en el contagio del "para qué me voy cuidar, si mis amigas no lo hacen".Ricardo Aure
El valor de un hijo
"La adolescencia no es la edad para tener un hijo y menos si no se lo desea o espera. Entonces, en vez de pasar a ser una alegría, se vuelve una carga y allí se agravan las dificultades. Los chicos terminan solos y el hijo debe ser criado por una abuela", afirma Mercedes Gaona, con la sapiencia reunida al cabo de sus 23 años de trabajo en el Programa Materno Infantil de la Región Sanitaria 1. Si bien considera que nadie tiene el libro para ser un buen padre, cree que la maternidad debe suceder a determinada edad y con una formación, porque tener un hijo es un compromiso muy importante para toda la vida y en la adolescencia no se lo puede asumir de esa manera.
El valor de un hijo
"La adolescencia no es la edad para tener un hijo y menos si no se lo desea o espera. Entonces, en vez de pasar a ser una alegría, se vuelve una carga y allí se agravan las dificultades. Los chicos terminan solos y el hijo debe ser criado por una abuela", afirma Mercedes Gaona, con la sapiencia reunida al cabo de sus 23 años de trabajo en el Programa Materno Infantil de la Región Sanitaria 1. Si bien considera que nadie tiene el libro para ser un buen padre, cree que la maternidad debe suceder a determinada edad y con una formación, porque tener un hijo es un compromiso muy importante para toda la vida y en la adolescencia no se lo puede asumir de esa manera.
Al indagar entre las causas del origen de la maternidad, Gaona señala que hay una cuestión de valores y de mucha soledad, de falta de diálogo, de encuentro y en ese escenario donde se buscan respuestas, hay chicos que las encuentran en relaciones matrimoniales que no están bien orientadas y que, a la larga, los perjudican.
Fuente: La Nueva Provincia (29/07/2010)
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