La
pobreza en la Argentina alcanzó en el primer trimestre del año a
22,6 millones de personas, un número que implica que desde diciembre
pasado se sumaron 3,2 millones de nuevos pobres debido al impacto de
la inflación en el poder adquisitivo.
Según
el Nowcast de Pobreza que calcula el investigador de la Universidad
Torcuato Di Tella, Martín González Rozada, la tasa de pobreza fue
del 48,3% para el semestre octubre-marzo.
“La
incidencia proyectada es un promedio ponderado de una tasa de pobreza
estimada en 44.9% para el cuarto trimestre de 2023 y 51,8% para el
primer trimestre de 2024″, consignó el informe de la casa de
estudios.
El
indicador estima la incidencia de la pobreza medida en términos del
porcentaje de personas que viven en hogares pobres, en forma
semestral. El mismo se actualiza todos los meses en base a la
Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec junto a las
variaciones de la Canasta Básica Total del organismo, la inflación
y a la proyección de los deciles de ingreso total familiar.
La
medición de la Di Tella sugiere que alrededor del 48% de las
personas en el país viven en hogares urbanos pobres, es decir 14,2
millones de argentinos sobre un total de 29,3 millones.
Sin
embargo, si se tiene en cuenta una proyección de la población
total, es decir incluyendo zonas no urbanas, rurales y de baja
densidad demográfica, la pobreza llegaría a unos 22,6 millones de
personas sobre un total de 46,8 millones. Ese número implica un
fuerte salto respecto a los 19,4 millones en los que había
finalizado 2023 según los últimos datos oficiales del Indec.
El
año pasado la pobreza subió y el 41,7% de la población no logró
cubrir los gastos de la canasta básica. Al mismo tiempo, la tasa de
indigencia, referida a quienes no tienen cubiertas sus necesidades
alimentarias, llegó hasta 11,9 por ciento, es decir unas 5,5
millones de personas.
El
deterioro de la economía y el avance de la inflación que erosionó
el poder de compra de los salarios a lo largo del año pasado,
gobernado casi en su totalidad por Alberto Fernández, provocó un
avance de los números de pobreza. Un año atrás, un 39,2% de las
personas era considerada pobre en la Argentina y un 8,1%, indigente.
Y hace seis meses esas cifras ya habían escalado hasta 40,1% y 9,3
por ciento. En definitiva, el avance de la indigencia fue más
rápido: de un año a otro la pobreza creció 2,5 puntos porcentuales
y la indigencia, 3,8 puntos.
El
empeoramiento de los indicadores sociales se dio en paralelo con
números favorables en los porcentajes de desempleo, lo que da cuenta
de que el fenómeno está más explicado por la marcada caída del
poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones. La inflación
cerró el 2023 en 211,4 por ciento, la cifra interanual más alta en
tres décadas.
Analizado
por sectores de la población, el Indec mostró que en el segundo
semestre de 2023 el 58,4% de los chicos de hasta 14 años fueron
considerados pobres. De ese total, casi el 19% ni siquiera tenía
cubiertos los gastos alimentarios. Otro detalle que refleja el
informe es que la franja etaria con números más críticos es la que
va entre los 12 y 17 años: la pobreza alcanza al 59,4% de ellos y la
indigencia, al 19,7 por ciento.
En
2023 la pobreza subió y el 41,7% de la población no logró cubrir
los gastos de la canasta básica. Al mismo tiempo, la tasa de
indigencia, referida a quienes no tienen cubiertas sus necesidades
alimentarias, llegó hasta 11,9 por ciento
Las
distintas regiones del país muestran realidades diversas. El
conglomerado urbano con el número más alto de pobreza es el Gran
Resistencia (Chaco), con 65,2%; le siguen Concordia, Entre Ríos
(56,2%); Santiago del Estero-La Banda (53,2%); La Rioja (51,6%), Gran
Santa Fe (48,9%); Formosa (46,9%); San Nicolás-Villa Constitución
(46,7%); Rawson-Trelew (46%) y el Conurbano Bonaerense (45,5 por
ciento). Con el mismo criterio de análisis por centro urbano, en
Gran Resistencia casi 1 de cada 4 personas es indigente.
La
escalada más pronunciada en la tasa de indigencia en comparación
con la de la pobreza responde a lo que se conoce como las “brechas”,
esto es, qué tan lejos quedaron los hogares pobres e indigentes de
superar ese umbral. En el segundo semestre del año, por ejemplo, en
promedio las familias pobres tuvieron ingresos un 32,8% más bajos de
lo que necesitaban para no ser pobres. Y los hogares indigentes
tuvieron remuneraciones un 39,2% inferiores a lo que requerían para
no serlo.
Más
allá del declive sostenido del año pasado -y de los últimos años,
ya que la tasa de pobreza era de 25,7% hace seis años-, sobre el
cierre de 2023 hubo un impacto adicional en las condiciones de vida
de la población por las medidas iniciales del gobierno de Javier
Milei, que propició una devaluación del tipo de cambio y la
liberación de precios reprimidos, que hizo que la inflación en
diciembre fuera de 25,5%.
Esto
representó una caída real del salario -en un solo mes- de 11,5%
para los trabajadores del sector privado y de casi 16% para los
públicos, según estimaciones de la CTA Autónoma en base a datos
oficiales.
En
ese contexto, los efectos del plan económico inicial del gobierno
libertario podrían implicar un impacto mayor sobre los indicadores
sociales en los próximos meses. El próximo dato oficial, que
contemplará la situación hasta mitad de año, se conocerá en
septiembre. (Infobae)